Una nueva antipsiquiatría
Carlos Pérez SotoEn el Chile actual, las nuevas formas de opresión y control subjetivo están extraordinariamente desarrolladas y, sin embargo, pasan ampliamente desapercibidas para la crítica política habitual. Su éxito es tal, que hemos llegado a considerarlas como una parte relativamente secundaria e inevitable de nuestra vida cotidiana. Entre estos dispositivos naturalizadores de la opresión subjetiva, el más poderoso es el de la somatización y medicalización del malestar y la rebeldía. Una buena parte de su poder proviene del aura de saber científico que lo rodea. La psiquiatría imperante apoya y promueve ampliamente esta naturalización y ha logrado imponerla al sentido común como una tendencia general a medicalizar los malestares que surgen de contradicciones sociales muy visibles. La mercantilización galopante de la medicina no hace más que reforzar esta tendencia y convertirla, de paso, en un excelente negocio.